La primera transmisión de la historia de la radio
no existe. O sí, pero no como la conocemos noventa y cinco años después. Muchas
veces escuchamos, cada vez que llega el 27 de agosto, la grabación de Enrique
Susini y el anuncio fundacional: “LOR, Radio Argentina. Señoras y señores: la
sociedad Radio Argentina les presenta hoy el festival sacro de Ricardo Wagner,
Parsifal…”. Ese registro existe –muchos lo hemos escuchado– pero no data de
1920, sino de 1992.
El responsable de que la famosa magia de la radio nos
haya dado estos años de ilusión se llama Ricardo González. Es técnico en
radiodifusión especializado en compaginación técnica, y es quien fabricó la voz de Susini. Él mismo cuenta: “En
1992, se presentó el primer Congreso de Radios en Argentina, y la radio en la
que yo trabajaba estaba a cargo de hacer la apertura. Entonces, con un grupo de
amigos decidimos contar la historia de la radio en poco tiempo. Y advertimos que
faltaba algo fundamental: el audio de la primera transmisión. Y qué mejor que
recrear la situación de Susini presentando la obra Parsifal”.
En términos
técnicos, la recreación no fue sencilla. Ricardo y los nuevos locos de la
azotea que lo acompañaban compraron la versión más vieja de Parsifal como fuera
posible, y el desafío consistió en degradar ese audio hasta que sonara como en los años 20. En ese momento, la
digitalización no había llegado a las islas de edición con el fulgor actual, y
la tarea de darle vida a la primera emisión de radio tenía que ser analógica.
Así, Parsifal pasó de copia en copia, de cinta en cinta, hasta que el sonido
envejeció lo suficiente. Además, se le sumaron ruidos grabados por otro lado. Después
vino el locutor de la publicidad de los colchones Piero, que recibió
indicaciones del operador técnico y un nuevo pase de magia de la técnica. “Y
así inventamos un Susini”, dice Ricardo González.
Pero, ¿por qué
ese audio quedó instalado como el verdadero? ¿Quién lo sacó de la sala de
compaginación para dárselo al mundo? Cuenta González: “específicamente qué
pasó, cómo salió, no lo sé. Me puedo imaginar que el audio pudo haber salido
prestándose, porque el registro lo guardaba yo pero no se podía llevar control
de todo”. De ahí a la difusión ilimitada, a la fe ciega en la Historia , había un paso. Porque
si los fanáticos de la radio nunca nos preguntamos cómo era posible que existiera
aquella grabación, fue por un acto de fe. Pero González es tajante: “Susini hizo un experimento con sus amigos, pero no
existía el concepto de tener un registro para volver a pasarlo. En Argentina no había ninguna
posibilidad técnica de grabar esa emisión”.
El
hombre que inventó a Susini cuenta su historia con la calma y el respeto que pide
la memoria de la radio. Y admite: “La única y gran gratificación mía es pensar:
‘parece que hice un buen laburo’. Y eso es un orgullo”. Merece el
reconocimiento Ricardo González. Después de todo, Susini seguirá siendo, para
los fieles oyentes de radio, el Susini que él creó.
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